…en diciembre llegaban las brizas…

12 Dic

Por fin llegaron, las brizas de diciembre. Como aquel personaje de la mitologia griega, como una dulce amenaza compartida, como una mentira, pero llegaron. Llegò la musica ahì donde antes habìa silencio, llegò la arena a sumergir la poca hierba, llegò el encanto de los viejos tiempos que fueron.

Huelen a salsa, a vallenato y champeta en fusiòn mùltipla, y quiebran un muro de silencio largo cuatro meses y medio. Entran en la casa por debajo de la puerta, sacuden las sabanas antes de posarse sobre la piel, y cuando por fin se van queda, sobre las cosas, esa capa inconsistente que se trayeron de quien sabe donde, por allà al norte, màs allà de la orilla del mar.

Hay quien dice que ya no es como antes. Que ya no existe la misma luz, que los hijos crecieron, que la contaminaciòn ambiental volviò loco al mundo entero. Por supuesto, tampoco las brizas son lo que eran, en estos años desgraciados se han vuelto màs flojas, y pronto desapareceràn tambièn ellas. No sé. No sé que significa el antes, ni aquì ni allà. Y quizà sea mejor asì.

Solamente, me dì cuenta de que adoro a las brizas. Especialmente en diciembre, cuando sacan el calor de las calles y en su lugar le ponen la gente, y le quitan este sentido aburrido a la Navidad: sencillamente, la vuelven el comienzo de algo, algo que, por lo que dicen, se acabarà con un gran Carnaval. Por eso duermo con la puerta abierta, para que las brizas me cubran con su capa misteriosa.

One Response

  1. Leonardo Partout ha detto:

    Las dichosas brisas, recuerdo el sonido estruendoso que por la noche hacian, mesiendo mi casa por barco y haciendome soñar en colores, tropicales colores. Un abrazo “fratello metallo”.

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Diary of a Baltic Man

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