Gianluca me lo encontré entre los pinos y el acero de los Montes Cárpatos. Estaba allì con su esposa Rosa, y una secretaria espectacular, buscando huecos por transformar en concretas posibilidades, entre las jaulas de la burocracia de Rumania.
Està allì desde hace veinte años, con un grupo de buenos amigos, y tantas ganas de hacer. Llevan allà remedios y cuadernos, suporto moral para quien tiene solamente diecisiete años y la culpa de haber nacido – de haber nacido allì. El principio es sencillo: se ayuda a caminar quien quiere aprender a correr, sin obligar a nadie.
Desde el 2008, Gianluca y sus amigos adoptaron el corregimiento de Bradet, comunidad olvidada por dios y por los hombres entre Rumania y Serbia. La primera etapa fué la recostrucciòn de la escuela primaria, simbulo de una generaciòn que tendrà que recobrarse su propio futuro. Todo lo demà s, està suspendido entre sueño y utopia. Es también por esto, que Gianluca y los amigos de la Asociaciòn “Il Giocattolo” necesitan ayuda – de cualquier tipo.