i-Phone 400000

25 Gen

Se acerca con mirada pícara, diez minutos antes que el concierto empiece.  Su instrumento todavía está en la funda; tiene otro para pensar. Entre las manos, su última joya. El i-Phone 400000, prodigio de los prodigios, y solamente seis meses después de l’iPhone 399999. Es impaciente de enseñarme las maravillas del aparato. Mapa de navegación estelar, condensador de recetas de sushi japonés, conexión satelital con Marte, las 25 temporadas de los Simpsons. Allí encuentras también la tabla periódica de los elementos químicos, y quisiera saber cuando usará esta cosa en su vida.

Después, a lo largo del concierto, me doy cuenta de que no está demasiado atento a las armonías. Frente a él está el i-Phone 400000, que saca extrañas luces de la pantalla. Me pregunto que rayos está haciendo, pero tiene la mirada satisfecha.

Cuando el concierto termina, se acerca con la misma excitación de dos horas antes. Abandona su instrumento en el medio de la sala, sin importarle de la masa de gente distraída. Su mano derecha, erecta, me muestra el i-Phone 400000 en todo su esplendor. Con una mirada de complicidad, le dá el play y sale un ruido terrible, como el sonido de una sierra electrica y sin aceite en el tráfico de Bombay. Es la registración, en toma directa, del concierto que acaba de tocar.

“Sabes cual es lo maravilloso en todo esto?”, me dice, antes de irse. “Lo maravilloso es que lo puedes subir enseguida en internet, casi como si fuera en tiempo real”.

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Diary of a Baltic Man

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