Mueve entoces solamente lo que vuela, y dibuja formas y sentidos tan distintos a los que se iban buscando, formas y sentidos que pertenecen a otras vidas posibles, que repentinamente se materializan entre sillas rosadas y marrones, en un cuarto de paredes azules.

Mueve la mente que no conoce su nombre, que no sabe nada sobre su existencia y tal vez por esto se atreve a imaginar, siguiendo las olas dementes de un contacto que, a pesar de haberse realizado en el espacio de un par de segundos, se expandiò en profundidad y anchitud, visualizado en el reflejo de un vidrio detràs de una reja blanca, en donde cada movimiento de ella ha sido grabado para algùn recuerdo, sobre una superficie frìa y transparente que conservarà este momento asì como ha de ser conservado, inùtil para la historia, invisible a los demàs.