Archive for the ‘Argentina’ Category
Junìn
Soy, pero soy también el otro, el muerto
El otro de mi sangre y de mi nombre,
Soy un vago señor y soy el hombre
Que detuvo las lanzas del desierto.
(Jorge Luis Borges di fronte alla statua di suo nonno, ufficiale d’esercito nella battaglia di Junìn).
El Túnel
Maria Iribarne soy yo.
El hombre violento que se vio obligado en matarte, el ser incomprendido que destruye cada rayo de luz que podrÃan salvarlo.
Soy yo, Juan Pablo, pintor, alma solitaria en la búsqueda de una limosna de comprensión; posesión animal y humanos celos, porque al final eres tu quien no entendió que tu sol podrÃa ser yo, y mio el calor que derramará tu hielo. Maria Iribarne es el verdugo que inspiró la mano que la mató.
Maria Iribarne eres tu.
La hembra fugaz, la aparente apatÃa de quien siente algo para todos,  y nada hacia nadie. El rostro ilusorio de la libertad, la melancolÃa frente a un cuadro que dibuja algo que al final se esfuma, se insinúa solamente. Eres tu, palabras que fluyen sobre el vidrio, instinto de jugar con la soledad de los demás. Maria Iribarne es la victima inocente de sàmisma.
Maria Iribarne somos nosotros, todos.
Solitarios por decisión de los demás, causa y consecuencia de un solo malestar intrÃnseco.  Somos nosotros, que nos defendemos atacando, que atacamos cayendo, que caemos por culpa de quien construyó el balcón. Es por esto que El Túnel es una obra maestra: en el tormentoso dañarse reciproco de Maria y Juan Pablo, Sábato propone una metáfora perfecta de la condiciòn humana, a travès del filtro mejor: la relaciòn de amor.
La patria
…pues la patria no es sino la infancia, algunos rostros, algunos recuerdos de la adolescencia, un à rbol o un barrio, una insignificante calle, un viejo tango en un organito, el silbato de una locomotora de manisero en una tarde de invierno, el olor (el recuerdo del olor) de nuestro viejo motor en el molino, un juego de rescate.
Ernesto Sà bato – El Tùnel
Humahuaca
Sin ruido fluìamos fuera del espacio y del tiempo, éramos aNos luz lejos del recuerdo de una niNez, desconocidos. Cometas. Despacio nos estabamos apagando, y sin embargo en la locura final hubieramos dado mil veces todavia la vuelta al mundo, tocando cada piedra sin caer nunca, estabamos en la atmosfera y flotà bamos en un aire de amor, aunque tenìamos demasiado miedo para escribirlo en el vapor de un vidrio.
Eramos dos desconocido en viaje entre ellos, un giga de fotos para mostrar a amigos aburridos, eramos algo que no se serìa repetido mà s, nunca.