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Carta a los amigos colombianos


31 Mar

evolucionCuando llegué a Colombia, en  2008, no sabía bien lo que iba buscando. La vieja Europa, con sus revoluciones fracasadas en la panza gorda de los ex-hippies del ’68 representaba, para mi, un viejo museo donde lo que había que escribirse ya se escribió – y hay quien, más pesimista, va más allá y la define “un cementerio”.

Mi país, Italia, se estaba hundiendo rapidamente en el mismo vértigo de vulgaridad en el que se encuentra hoy en día, arrodillada alrededor de un charlatán que no hace nada más que representar los no-valores en los que cree todo un pueblo podrido. Belleza, arte, propuestas y creatividad eran – y son – conceptos tan lejanos como el glorioso pasado que hoy en día pesa sobre nuestras espaldas.

América Latina, con sus utopias a media cuerda, representa, para los europeos soñadores y constantemente insatisfechos de la realidad, la ultima estación antes del alcoholismo. Un pueblo (porque al final es un único pueblo, no obstante las absurdeces diplomáticas de presidentes ineptos) atrevido, alegre, creativo, increiblemente positivo siempre. En constante contraste con ciertas avergonzosas historias de violencias, de barbaridades inútiles, del “podría ser tan facil y rica y bella la vida aquí si no fuera que…”.

Así que fue casi natural llegar a Mockus. Lo había conocido en una reunión de universitarios en el viejo mundo, cuando una bogotana que pasaba por allí cautivó la atención de todos hablando de un alcalde genial, que había cambiado Bogotá (Bogotá era solo un nombre exótico, hubiera podido significar cualquier cosa) substituyendo los policías con mimos. Una historia que se me quedó grabada en la memoria, hasta que fui personalmente a Bogotá a entrevistar este personaje, y comprobar si el realismo mágico de los colombianos no se había salido de sus límites.

No quiero hablar de nuestro encuentro, sino de algo que siguió. Mi tesis de grado sobre Cultura Ciudadana, reveló a estos académicos superficiales italianos la realidad de una Colombia de vanguardia, bien lejos de las historias de sangre falsamente positiva que llena los periódicos de allá. Ni ellos se lo creían, y hubo quien llegó a proponer al Rector el nombre de Mockus para una Laurea Honoris Causa.

Lo que sí quiero hacer es pedirle, hoy, a TODOS los colombianos que no defrauden el momento histórico. Que “no la caguen”, como dicen aquí. En sus manos, está la posibilidad de hacer algo que puede cambiar radicalmente el nombre de Colombia en el mundo, adelantando un experimento socio-cultural que ni los suecos se sueñan.

Tienen la posibilidad de acabar de una vez con la política de los Berlusconi y los Chávez y todos estos que representan esa demente actitud de dejarnos gobernar por los más mediocres, o mejor dicho: de dejarnos gobernar. Colombia, un país donde según parece, todo es posible, puede convertirse ahora en el lugar donde los cerebros pensantes determinan la sociedad, a cualquier nivel.

“No la caguen”, amigos colombianos. Mucha gente todavía no lo sabe, pero ustedes tienen en las manos una oportunidad única. Únanse como puedan, hablen con la gente, despierten a los taxistas, apaguen las televisiones de sus casas y empiecen a entender y hacer entender a los demás el gran milagro que puede suceder en estas tierras. Convenzan a todos que Colombia necesita un cambio, y empujen – pidiéndolo a gran voz – una gran unión de todos los candidatos que prefieren las pizarras a las armas. Haganle entender que no pueden someter esta oportunidad a inútiles individualismos políticos. Al mismo tiempo, hagan entender a quienes, por supuestas motivaciones de conveniencia personal, siguen apoyando las mismas políticas de siempre, que el bien de todos es mucho más importante, y nunca estuvo tan posible como ahora.

“Cada pueblo tiene el gobierno que le merece”, dice el dicho. Y entonces pienso en los colombianos que me he tropezado por el camino; gente buena, honrada, generosa, que merece lo mejor. Pienso en este pueblo de 45 millones de artistas, que necesita un líder capaz de canalizar esta gran energía.

Frente a ustedes, hay un hombre (o dos) que tiene los ojos color transparencia (y todos, todos lo saben muy bien), un Profesor que aceptó guiar esta gran ola de talento, creatividad y esperanza que vive y pulsa en cualquier ciudad y pueblo de este hermoso país: no lo gasten. Los resultados alcanzados en Bogotá y Medellín están bajo los ojos de todos, y representan un ensayo de lo que se podría lograr a nivel país.

Y si les queda alguna duda, piensen en la gran oportunidad de trabajar todos juntos para un país educado y culto. Piensen en el cheque de deuda de 35 millones de pesos que un estudiante colombiano recibe el día de su grado, en esta educación que sigue siendo para pocos, y no casualmente. Piensen en el suplicio de las libretas militares, en los hospitales con derecho de admisión y sus paseos de la muerte, en las mentiras continuas de unas FARC y unos Uribe que se necesitan unos a otros para continuar existiendo, y que pueden desaparecer mañana mismo, si de verdad la gente así quiere. Piensen que, en un mundo donde un rollo de papel higiénico puede viajar sobre los continentes, a ustedes les piden visas para estudiar en otros países, con el aval de sus mismos gobernantes corruptos. Aprovechen de esta ocasión única para demostrar a nuestros gobiernos hipócritas de Europa que “tercer” y “primer” mundo son conceptos completamente obsoletos, y que las vanguardias están aquí, y no necesitan “Planes Colombia” para ponerse en marcha.

Amigos colombianos, no crean a quien dice que “el país no está listo para Mockus”. Quisiera saber yo CUAL país estaría listo para una propuesta de gobierno verdaderamente democrático y ciudadano, que vea a la política como un medio y no un fin. Ninguno, y justamente aquí está la oportunidad para Colombia, de ser un ejemplo valioso para el mundo entero.

Tienen una gran responsabilidad, amigos colombianos. Hacia ustedes mismos, hacia su propio futuro, pero también hacia los jóvenes de todo el mundo que necesitan ver como la utopía puede llegar a ser realidad.

Diary of a Baltic Man

Real Eyes. Real Lies. Realize.


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