Déjame que te cuente, mi Nena,
déjame que te diga la gloria,
del ensueño que evoca la memoria
del viejo puente del rÃo y la alameda.
Déjame que te cuente limeña,
ahora que aún perdura el recuerdo,
ahora que aún se mecen en un sueño,
el viejo puente del rÃo y la alameda.
Hablarte a ti para hablarle a las bellas.
Estas musas del camino allà escondidas.
Quién eres tu, entre ellas?
Tu olor marca el sendero.
Y a veces se pierde entre las hojas, y todas las hojas saben a ti,
y tu eres todas.
Jazmines en el pelo
y rosas en la cara,
airosa caminaba
la flor de la canela,
derramaba lisura
y a su paso dejaba,
aroma de mistura.
“Del puente a la alameda, menudo pie la lleva”.
Nuestra historia es de caminos, de buscarnos desde arriba.
Punto minúscolo en el gran valle
Compañera del Gran Viaje,
dime como llegar a ti.
Deja que te cuente, morena,
testaruda del destino, convencida del sueño
que tu mano no la suelto
que nel vuoto no te encuentro
que somos dos pero también uno y tantos
que tu imagen está esculpida en el sol de mis ojos
y que también somos el lado más oscuro de lo real
un idioma en palabras huecas
– no hay retórica en el andar ciegos,
no hay fatalidad en la existencia de los No.
Deja que te diga, morena,
mi sentimiento,
a ver si asà despiertas del sueño,
del sueño que entretiene, morena,
tu pensamiento.
Somos dos pero también somos uno y tantos
y esto somos los dos juntos
muchas formas de ser y de encontrarse siempre
el contacto con los dioses,
en esta tierra pasa a través de ti.
Aspira de la lisura,
que da la flor de canela,
adórnala con jazmines,
matizando su hermosura,
alfombra de nuevo el puente
y engalana la alameda,
que el rÃo acompasará
tus pasos
por la vereda.