EconomÃa. Seguridad. Educación. Muy bien todo, las propuestas de los candidatos en los varios debates presidenciales giran alrededor de estos tres importantes temas, aunque tocará esperar hasta después de las elecciones para ver hasta dónde se cumplen sus promesas. Sin embargo, hay otros problemas para solucionar en esta Colombia “después de Uribeâ€, cuestiones para nada secundarias – no tendrÃan por qué serlo – en la lucha hacia una dignidad nacional.
La movilidad es uno de estos. En un mundo donde hasta un rollo de papel higiénico puede transitar tranquilo sobre los cinco continentes, un estudiante colombiano sigue siendo considerado a la altura de un peligroso criminal en las embajadas de Bogotá, y se le pide visas y papeles imposibles de sacar también cuando existe una carta de invitación por parte de una universidad extranjera. Hablo de movilidad estudiantil porque por allà pasa la dimensión práctica del conocimiento, en este mundo cada dÃa más interconectado a nivel global. Y en esta óptica, no es tan importante que una familia colombiana pueda ir a sacar fotos a las palomas de Venecia (aunque es, deberÃa ser, un derecho fundamental poder hacerlo), como la posibilidad, para sus jóvenes estudiantes, de confrontarse con sus colegas de todo el mundo, aprendiendo nuevos idiomas y planeando una visión internacional de la Colombia que vendrá.
Por esto, serÃa interesante preguntarle a los varios candidatos, sobre todo a los que enfocan sus propuestas sobre una (necesaria) (r)evolución educativa, qué tienen planeado para la movilidad de los estudiantes colombianos. La diplomacia internacional se juega desde los cuartos de poder de los Ministerios, y Colombia tiene la facultad, el derecho y el deber de exigir un trato más elástico para su excelencia académica. Es evidente que el gobierno actual no hizo nada, en este sentido, para proteger la dignidad internacional de sus ciudadanos, y difÃcilmente algo cambiará, si se decide seguir por la lÃnea de las carabinas. Además, hay que reconocer que seguir escuchando el nombre de Colombia relacionado a problemas de narcotráfico, de paramilitarismo, de falsos positivos no ayuda para nada a las democracias extranjeras a reconsiderar sus limitaciones fronterizas a los pasaportes colombianos.
Hace veinte años, Europa decidió impulsar masivamente el programa de movilidad estudiantil Erasmus, para crear un pueblo único desde una perspectiva a largo plazo, planteando la Unión del futuro sobre sus jóvenes, y hoy en dÃa recoge los frutos de su proyecto visionario. Colombia tiene el deber de mejorar todas sus relaciones, y no solamente con Estados Unidos y Europa, sino también con todos los demás paÃses latinoamericanos, empezando por los vecinos naturales, Ecuador y Venezuela. Y serÃa bueno – y lógico – hacerlo a través de los ateneos, impulsando el contacto entre sus jóvenes. También de esto se trata, cuando se habla de educación.
El 30 de mayo, los ciudadanos estarán frente a una decisión fundamental para su futuro a mediano-largo plazo. Tendrán la posibilidad de abrir con un empujón ejemplar la puerta hacia el siglo XXI, o podrán decidir quedarse definitivamente entre fusiles y machetes, en el siglo XIX.